He aquí una imagen de la instalación que
Alberto Torres y José Sanz construyeron en colaboración con otros estudiantes para una exposición en la Universidad de Stuttgart. Cuando entrabas en el recinto, un perro que había evolucionado a robot te daba la bienvenida y te seguía durante el recorrido, fiel a su instinto animal original. Así mismo, un aparato con forma cónica situado sobre una repisa hacía las veces de pájaro cantor. El supuesto inquilino de esta vivienda estaba muy contento con sus mascotas, ya que estos 'animales' del futuro no ensucian, no comen y por supuesto, tampoco se mueren, evitando el mal trago de la despedida final. Sin embargo, este señor según hablaba comenzaba a contradecirse; se daba cuenta en definitiva de que su vivienda se había convertido en un espacio impersonal y ciertamente deshumanizado.
En esta foto se puede ver el dormitorio y parte del baño, despojados ya de todo lo accesorio. Sólo queda el recuerdo de los objetos cotidianos que allí hubo, sombras proyectadas en la pared que se resisten a desaparecer.