lunes, 28 de octubre de 2013

Madrid I

Dirigía mis pasos por una céntrica calle de la capital sin haberme percatado de su presencia. Me encontraba absorto, con los ojos puestos en la lontananza, ajeno al inminente encontronazo. Impávida, serena, osada, esperaba mi llegada. El primer contacto fue una auténtica escabechina. Los transeúntes que circundaban la zona observaban atónitos mis movimientos convulsivos, llenos de ira, expresiones corporales de la más absoluta impotencia. La excrecencia quedó adherida a mi zapato, y una vez perdió su configuración original, la voluptuosidad que su creador le había imprimido se redujo a una simple mancha en el pavimento.


Dice el saber popular que este tipo de encuentros dan suerte; veremos si es cierto, porque ya van tres este mes. Si al final se descubre esta creencia como cierta y me toca la lotería, no dudaré en escribir al Ayuntamiento para agradecerle que mantenga así las calles, plagadas de suerte, pensando siempre en el ciudadano. 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Mi gato


El entrañable animal de la imagen habita en mi casa desde hace dos años. Cuando voy de visita me recibe de esta manera. No puedo acercarme a él en un radio de dos metros. Si le miro a la cara se mantiene impasible, con sus ojos clavados en los míos, este acto deviene en un duelo por ver quién aguanta más. El momento más desagradable se produce cuando inevitablemente nos cruzamos en el pasillo, no hay escapatoria, darse la vuelta supone una derrota humillante. Ahí es cuando aflora su instinto más salvaje, en ese momento se descubre como un verdadero animal carnívoro, un ser vivo diseñado para cazar y matar; está en sus genes. Eriza el rabo, desplaza su cuerpo ligeramente hacia atrás, en un movimiento que acompaña con un sonido áspero y profundo, mientras desencaja la mandíbula y muestra sus afilados dientes. De un brinco podría alcanzar mi rostro y sacarme los ojos. No me cabe la menor duda.

Sin embargo, yo no estoy dispuesto a ceder ni un milímetro frente a sus hostilidades. Le hago ver que con esta escalada de violencia tiene mucho que perder. El otro día se introdujo en mi habitación con actitud chulesca, debe ser que ahora lo considera su territorio. Me miró fijamente y vi la oportunidad de darle un buen susto. Agarré una mochila de proporciones similares a su cuerpo, y acto seguido la lancé violentamente contra la pared. El animal se fue corriendo despavorido, comprendió que él podía haber sido ese macuto y correr la misma suerte. ‘Ándate con cuidadito’ dije entre dientes, mientras esbozaba una ligera sonrisa de complacencia.

martes, 24 de enero de 2012

Resve, resve

El mundo es un gran show, un tremendo espectáculo donde todos somos actores. Como nos aburrimos, el director de la obra ha decidido que todo debe ser al revés, y en los últimos tiempos nos esforzamos por seguir los caminos opuestos a la lógica. De este modo acusamos al juez por investigar los crímenes y detener a los corruptos; indemnizamos a los banqueros que han llevado a los bancos a la quiebra; construimos hospitales para luego cerrar los quirófanos; inauguramos aeropuertos sin aviones; invertimos en armas con dinero que no tenemos para guerras inexistentes; construimos viviendas inhabitadas y palacios de congresos vacíos. Como tragicomedia nos llevaríamos el Oscar a mejor película.

La paradoja global es de tal magnitud que los ciudadanos, a la sazón los extras del filme sobre el escenario del mundo, estamos desconcertados. No sería de extrañar comenzar a llamarnos a nosotros mismos del teléfono fijo al móvil para preguntarnos qué tal ha ido el trabajo; comer de espaldas a la mesa o empezar los libros por el final. Seguramente acabaremos dando la vuelta al televisor y nos sentaremos a ver el tubo de rayos catódicos. En lugar de buenas noches  diremos sehcon saneub y nos vestiremos de traje para ir a dormir con la cabeza donde los pies.

Existe la posibilidad de saltarse el guión con el consiguiente riesgo de terminar linchado en la Plaza de Cataluña, por ejemplo. O tal vez deberíamos subirnos en una barca y navegar mar adentro hasta que podamos tocar el decorado de cartón piedra que delimita el horizonte del mar.


PD. El anterior artículo publicado, titulado Sexo, cuyo fin pretendía ser un estudio sociológico, ostenta el récord de visitas del Blog. El mundo puede estar al revés pero hay cosas que nunca cambiarán.

martes, 11 de octubre de 2011

SEXO

En el momento que comienza la lectura de este relato está formando parte de un experimento. En primer lugar, advertir que no se abordará de forma explícita ningún aspecto relativo al placer venéreo, por tanto, cualquier idea  o ensoñación que se pueda desprender del sustantivo que titula este artículo reside, únicamente, en la mente del lector. Quisiera pedir disculpas por las expectativas frustradas.

El objeto que estamos tratando es puramente estadístico. Se pretende estudiar la variación de visitas de la entrada actual con respecto a la anterior, -cuyo título es En el mundo de los buitres-.

Dado que la estadística, por lo general, no es un tema de especial interés para la mayoría de las personas, y que en cierto modo, el contenido de este artículo se está descubriendo como un engaño, sería sorprendente que pese a todo, el caudal de visitas se incrementase. Este fenómeno, en caso de verificarse, se debería exclusivamente al hecho de que la palabra sexo encabeza esta entrada. Permítanme esta licencia, pero si el título hubiera sido estudio estadístico, más acorde con la idea que estamos desarrollando, paradójicamente este escrito carecería de sentido.

viernes, 30 de septiembre de 2011

En el mundo de los buitres

Me llamó la atención un sobre que se encontraba depositado junto al buzón de correos, fuera de su lugar, en el que se podía distinguir el logotipo de un conocido banco. Lo que realmente despertó mi curiosidad fueron unas palabras escritas a mano por una tercera persona. Me acerqué al objeto, debido a un fuerte impulso por comprobar qué decía el manuscrito y el impacto fue mayúsculo al leer “lleva muerto tres años”, aseveración que aparecía justo debajo del nombre del señor que, a efectos del banco, aun residía en mi comunidad. De súbito sentí un escalofrío, tenía entre mis manos las deudas de un cadáver.

Hace unos días una furgoneta negra estacionó justo delante de casa. En el lateral de la misma un rótulo rezaba “Tanatorio San Isidro”, y a los pocos minutos un cuerpo inerte era introducido en el vehículo.

Es de suponer que el destinatario de los recibos del banco, y el fallecido que salió el otro día por la puerta directo a la morgue, no son la misma persona. En caso contrario, el difunto habría esperado más de 36 meses para ver sus restos descansar, al fin, en el lugar que corresponde al mundo de los muertos. Mientras acumulaba deudas en el mundo de los vivos. O de los buitres.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Los mercados


Una carrillada de ternera con chutney de verduras, amenizado con media botella de vino, bastó para sumirme en un profundo sueño del que desperté tras producirse una catástrofe nuclear sin precedentes a la que sólo sobrevivimos los mercados y yo.
Los mercados son inmortales e impasibles a lo que sucede a su alrededor. Pero sobre todo son insaciables. En el momento del cataclismo, desayunaban en Nueva York y al mismo tiempo se daban un festín al otro lado del mundo. ¿Qué desea hoy el señor? preguntaba el sirviente. Hoy me apetece una bancarrota, dos rescates financieros y el barril de brent a 200 dólares, replicaba una corbata de nudo cruzado.

La imagen del mundo era desoladora; donde antes había edificios, ya sólo quedaban escombros; los cadáveres se amontonaban en las calles y una nube de ceniza cubría el cielo. No hay que ser muy avezado en materia apocalíptica para darse cuenta de que me encontraba ante el final de la raza humana.
Sin embargo, y pese a la dantesca situación, los mercados continuaron a lo suyo, como si nada hubiera pasado: la prima de riesgo subía y bajaba de manera esquizofrénica, Wall Street cerraba un día en números rojos, y al siguiente repuntaba con fuerza, mientras el mercado de derivados se derrumbaba.

Pero, cómo es posible que esto ocurra, me preguntaba, a quién va a afectar que las gasolinas se disparen si ya no hay vehículos que abastecer, ni fábricas que produzcan nada. Qué importa ya que los países quiebren si nadie los habita.
Me dispuse a llamar a los mercados para tratar de explicarles la absurda situación, pero para los mercados, que se mueven bajo una lógica indescifrable, estas cuestiones eran de orden secundario.

En los días sucesivos a la hecatombe, el FMI se mostraba preocupado por el endeudamiento de algunas naciones, y el BCE anunciaba la necesidad de nuevos recortes salariales, sin percatarse de que los sueldos iban a ser ingresados en las cuentas de la morgue.

No recuerdo si pasó una semana o dos meses, el caso es que me desperté frente a los restos de una carrillada recién ingerida y dos botellas de vino vacías.

viernes, 12 de agosto de 2011

El pecado, ¿qué es eso?


En la imagen se observa una hilera de pequeñas construcciones de madera situadas en el parque del Retiro de Madrid. Esta genuina aparición se asemeja al desembarco de una flota de navíos cuyo propósito será, al parecer, erradicar el pecado de la ciudad. Formará parte de un impresionante despliegue que tendrá lugar en la capital de España con motivo de la visita de su santidad el Papa.

En los tiempos de crisis que corren, parece algo contradictorio que la iglesia y sus patrocinadores inviertan tal cantidad de dinero en una celebración religiosa en la que se pregonan, supuestamente, valores como la humildad y el sacrificio por los pobres.

Así mismo, sentiré una gran vergüenza ajena mientras los beatos y la jerarquía vaticana aplauden las alocuciones de un señor llamado Ratzinger, en las que se discriminará cualquier modelo de vida libre que no acepte el yugo de las sotanas. Un discurso para “alimentar el espíritu” y apartar a la juventud del pecado, mientras en Somalia y en otros rincones del mundo se muere la gente por inanición.

Una arenga alejada de la ciencia, la lógica y el raciocinio, que sólo busca imponer una moral arcaica muy distante de la realidad en que vivimos y que se sufragará, además, con dinero público.


sábado, 23 de abril de 2011

Fusiones

A los postres de una opulenta comida un zumbido me partió por la mitad. El corte se ejecutó con la contundencia de un carnicero y la precisión de un cirujano. La parte izquierda de mi cuerpo se levantó y fue al rellano para ver si el asunto era general, como cuando se va la luz; y efectivamente, por las escaleras bajaba media vecina del quinto, desorientada.

Debido al hecho de que el hemisferio izquierdo del cerebro controla la mayor parte de los movimientos de la parte derecha del cuerpo y viceversa, me fue imposible reencontrarme con mi otra mitad, ya que rara vez ambos hemisferios coincidían en el lugar de encuentro. Cuando uno decía salón, el otro decía cocina y los cuerpos se desplazaban, a la pata coja o arrastrándose por toda la casa, siguiendo órdenes contrapuestas.

Al poco llegó medio compañero de piso, que venía de la tienda de abajo. Mi sorpresa fue mayúscula al ver como se había anexionado a media dependienta del negocio, de manera que compartían rasgos y personalidades; exhibía un rostro euroasiático y se expresaba en chino mandarino.

Mi hemisferio izquierdo, donde al parecer reside la lógica, concluyó que la mejor opción para reencontrarse con mi otra mitad consistía en permanecer en el pasillo, ese conducto de la casa que, al igual que la vena aorta, vertebra la realidad.
Mi hemisferio derecho, sin embargo, optó por encender el televisor y observar qué ocurría en el mundo. No daba crédito a lo que veía mi ojo: la mitad del presidente del gobierno y medio ciervo formaban un mismo ser. Al parecer el extraño suceso había sorprendido al presidente del país en el Parque Nacional de Doñana, donde se encontraba disfrutando de unas vacaciones con su esposa. La nueva criatura echó a correr por el bosque despavorido al grito de "tonto el último" y desapareció entre la maleza ante la atónita mirada de su mujer.

Posteriormente, compareció ante los medios (y nunca mejor dicho) la mitad de la presidenta de la comunidad de Madrid adherida a medio alcalde de la capital. Casualidades del destino, ambos se encontraban reunidos en el momento de la catástrofe. Antaño tan distantes, ahora se encontraban más cerca que nunca. Culpaban al gobierno de haber provocado esta situación, y pedían al presidente que adelantara las elecciones inmediatamente, ajenos al periplo de éste por tierras andaluzas.

Tampoco podían faltar las declaraciones de la iglesia católica. Un obispo acusaba directamente a la humanidad “quien se había apartado del camino del Señor”. Se deducen de sus palabras que fue dios, en un arrebato de ira, quien lanzó este castigo sobre todos los seres que pueblan la tierra, sin distinción. No sabemos si se había percatado este prelado que sus palabras carecían de la autoridad suficiente al encontrarse él mismo formando unidad con un chaval de quince años que se rascaba las pelotas.

Frente al esperpento al que estaba asistiendo, una mitad de mi cuerpo decidió tirarse por la ventana y de este modo, tratar de alcanzar a su otra mitad en una realidad diferente.

jueves, 14 de abril de 2011

Contrariedades

Era de madrugada cuando un fuerte estruendo me despertó sobresaltado, en realidad se despertó una parte de mí, la otra siguió durmiendo. Mi cabeza y extremidades superiores fueron a la cocina para ver que ocurría sin detectar ninguna anomalía. Decidí en ese momento tomar un zumo de naranja y pude observar atónito como descendía el líquido por mi esófago invisible, para quedarse luego suspendido en el aire, a unos cuarenta centímetros de la tráquea. Entonces me crucé con unos pies que venían del otro lado de la casa, y a modo de juego macabro ocuparon el lugar de los míos, de manera que, aunque mi cabeza dictaba volver a la cama para reencontrase con mi tronco y extremidades inferiores, los intrusos pies decidieron dar una vuelta por la ciudad y llevarse consigo mis brazos y mi contrariada cabeza.

No sé si el paseo duró una hora o tres años, lo cierto es que me dediqué a contemplar el mundo que me rodeaba con gran detenimiento.
Advertí un sombrero que se desplazaba a unos 173 centímetros del suelo con un ligero movimiento ondulatorio en dirección a unos tacones de aguja que salían a su encuentro.
Acto seguido, al cruzar la esquina, reparé en la ausencia de mi cartera, y el mirar hacia atrás atisbé como se desplazaba rápidamente en dirección opuesta a mi incompleta figura, describiendo un movimiento frenético en la huida; ordené a mis pies recién adoptados que la persiguieran, pero estos hicieron caso omiso y siguieron su marcha. Este acto de desobediencia me irritó enormemente, e incluso contemplé la opción de despiezarlos con mi mandíbula o retorcerlos con mis propias manos. No lo hice por temor a la más que probable consecuencia de sufrir un gran dolor y deseché esa alternativa.

Más tarde, me encontraba en medio de Gran Vía insuflando gran cantidad de aire a mis invisibles pulmones; mi brazo derecho acompañaba en una perfecta sincronía al pie izquierdo cuando este se situaba por delante. Rápidamente era superado por el otro par y así sucesivamente, a gran velocidad. Pronto me di cuenta de que se trataba de una persecución. Iba corriendo tras otros pies, aunque mi cabeza no comprendía el motivo de tal actividad.
Y cuando estaba a escasos metros de alcanzar mi objetivo, de súbito, las ruedas de un autobús de línea me pasaron por encima. En ese mismo instante un gran estruendo me devolvió a otra realidad.

Desde entonces, tengo la extraña sensación de que no me pertenezco. He abandonado mi rutina diaria sin saber por qué y ya sólo me dedico a contemplar el mundo. Voy donde mis pies dicen y observo lo que mis ojos quieren.

lunes, 28 de febrero de 2011

Corrupto

Abro el periódico por la sección Internacional y comienzo a leer un artículo sobre la situación en Oriente próximo. De repente, la palabra dictador se alza desde su posición original hasta la cabecera de la página, donde aparece escrito dinero, y se detiene a su lado en actitud dialogante, dejando tras de sí un reguero de sustantivos y adjetivos partidos por la mitad. Cierro bruscamente el diario, y, pasados los primeros instantes de perplejidad, vuelvo a abrirlo, en este caso por la sección de política nacional. Me llama la atención como adquiere cierta viscosidad el adjetivo corrupto, el cual comienza a deslizarse por todos los artículos que tiene alrededor, en busca de algún hueco donde poder acoplarse y descansar unos instantes. Rápidamente, encuentra un pequeño espacio libre al lado de la palabra camps, que abandona instantes después, no sin dejar una pequeña marca de tinta a su paso. El susodicho adjetivo sigue arrastrándose, cual sabandija, por toda la página, realizando pequeñas paradas para recobrar el aliento. Se mueve a tal velocidad que es difícil retener la ingente cantidad de nombres propios con los que platica en sus momentos de pausa, tan solo se distinguen las sutiles marcas que durante su periplo va dejando. Y así, puedo atisbar cómo se desplaza desde roca, hasta correa, con quien parece mantener sexo duro, a tenor de las salpicaduras de tinta en ese párrafo. Acto seguido, describe una trayectoria esquizofrénica, como si huyera de algo, de alguien, tal vez de mis ojos, o de los ojos de la gente que como yo tiene curiosidad por saber qué pasa. Finalmente, el adjetivo en cuestión se pierde por uno de los bordes del periódico, quizá en busca de nuevas noticias y nombres propios con los que copular. El paisaje que queda frente a mí es miserable, las deyecciones que fue dejando a su paso dibujan un mosaico de mierda inconmensurable, hay palabras que han quedado, literalmente, sepultadas.

martes, 22 de febrero de 2011

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De pequeño tuve una casa que se convirtió en mi juguete preferido, más que nada porque podía construirla, destruirla y volverla a construir a mi antojo. Sin embargo, un día, en pleno proceso de demolición perdí la s, de manera que me quedé con una caa, lo que viene a ser algo inservible; busqué por todas partes en busca de la s extraviada, sin resultados; tan sólo encontré una p, y pensé que podría servirme poniéndola en el lugar de la s. Y así, de súbito, tuve que olvidarme de la casa y hacerme cargo de la capa, como el que pasa de la niñez a otros asuntos de forma repentina. Jugué mucho con aquella capa; me imaginaba sobrevolando todas las ciudades a mis anchas. Pero la capa envejeció rápido y se le terminó cayendo la primera a. Fui a buscar esta vocal a la caja de herramientas de mi padre, pero no quedaban. La que sí encontré, camuflada entre las arandelas, fue una o sin apenas uso; la puse donde la a, obteniendo una copa estupenda de la que he estado bebiendo hasta el otro día en el que se me cayó al suelo y se rompió. He de decir que se partió justamente por la p, esa p con la que hacía años había fabricado mi capa. Frente a esta situación, necesitaba de nuevo una consonante, para no quedarme con una simple coa, cuyo significado sólo puede referirse a las iniciales de algo. De esta forma, comenté el infortunio a alguien que se sacó del bolsillo una m: -tómala, igual te sirve- me dijo, y efectivamente, con esa letra obtuve una coma. Aparentemente no parece gran cosa, pero sí lo es. Ahora puedo colocarla donde quiera, en mitad de una frase ilógica para darle sentido, incluso para cambiarle el significado.

martes, 15 de febrero de 2011

Fenómenos paranormales

Desde hace un tiempo están sucediendo una serie de fenómenos extraños en el lugar donde vivo, que podríamos empezar a llamar paranormales. “Al principio, sólo ocurrían de vez en cuando” asegura uno de los integrantes del inmueble. Lo cierto es que en los últimos tiempos la frecuencia con que estos hechos se reproducen es cada vez mayor y más evidente.
“Te levantabas por la mañana y veías un plato partido por la mitad con una rectitud asombrosa” afirma un inquilino del piso, “o la ensaladera despiezada en cuatro partes prácticamente simétricas” añade su compañero, acto seguido.
Hace unos meses, esta deconstrucción sistemática de la vajilla se podía atribuir a los efectos que el alcohol causara en algunas personas moradoras de la vivienda, aunque la singularidad con la que rompían estos elementos hacía pensar en algo más. Lo cierto es que estos fenómenos se han intensificado. “Es como si la vajilla hubiera adoptado vida propia, cuando menos te lo esperas se lanza violentamente desde tu mano en dirección perpendicular a la pared. No damos crédito a lo que está pasando” asevera algo angustiado uno de los damnificados por estos sucesos.
Últimamente, ocurre en cualquier momento y, desde luego, ya no es achacable a las consecuencias puntuales que la presencia de una persona ebria en la cocina puedan ocasionar, sino más bien a un fenómeno macabro de origen aún desconocido.
Hoy, sin ir más lejos, descubrimos otro plato, aniquilado, en la basura. “La situación roza el esperpento, si continuamos esta tendencia, me temo que en menos de una semana comeremos directamente de la olla” asegura un compañero.
El caso es que esta merma progresiva e indiscriminada de vasos y platos está haciendo saltar todas las alarmas; sobre todo las del sector hostelero de la zona, quienes, previsiblemente, deban asumir la reposición  de todo el material.

sábado, 29 de enero de 2011

El paraíso

Los políticos son a la realidad lo que la Biblia es a nuestro mundo. Por poner un ejemplo,  los cuatro evangelistas se afanaron en describir y respaldar como Jesús sació a cinco mil hombres con cinco panes y dos peces, ¿milagro o truco?
Al parecer, en el transcurso de este extraño suceso, se produjo una multiplicación espontánea que permitió llevarse a la boca el alimento, que apenas quitaría el hambre de una pequeña familia, a toda una multitud.

Los políticos de hoy día también hacen milagros. Sin ir mas lejos, Alberto Ruiz Gallardón ha conseguido, de súbito, reducir la contaminación de la capital de España un 26%. ¿Cómo lo ha conseguido? ¿Asistimos a un nuevo milagro? Según la clase política, este hecho se atribuye a la aplicación de una serie de medidas sostenibles en pro de la salud de los ciudadanos para reducir la cantidad de dióxido de nitrógeno que nos tragamos por la boca. Sin embargo, esta espontánea reducción de emisiones no se puede achacar a una reducción del tráfico, ni a un plan de renovación del parque automovilístico, ni a la creación de zonas de bajas emisiones. Nada de eso.
La Guardia Civil, tras la denuncia de unos ecologistas, se percató de que el ayuntamiento eliminó algunas estaciones de medición y cambió otras de lugar. Se da la casualidad de que las estaciones que liquidó eran las más contaminantes y las que movieron de lugar fueron a parar a zonas sin apenas tráfico, en definitiva, un pequeño truco para engañar a la población y hacernos creer que respiramos un aire más limpio cuando no es así.

Para muchos, Alberto Ruiz Gallardón es uno de los mejores alcaldes que Madrid ha tenido en su historia, al igual que para otros Jesucristo fue el individuo más espléndido y bueno que el mundo ha visto jamás.
Sin embargo, algunos estamos ya hartos de que nos tomen el pelo; ni el hijo de Dios alimentó con un par de peces a la población equivalente a un barrio entero de Madrid, ni nuestro Alcalde ha transformado la capital, por mucho que se empeñe en contarnos, en el paraíso de Dios en la Tierra.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La epidemia

Enciendo el televisor y asisto atónito a la debacle de un país. Militarización de aeropuertos, intervención del ejército, estado de alarma -que es el paso previo a estado de excepción y estado de sitio- o los coroneles toman el mando son algunas de las palabras que salían del aparato que tenía frente a mis ojos. Cualquier despistado hubiera pensado que Corea del Norte acechaba nuestro espacio aéreo. 

En realidad lo que estaba sucediendo, simple y llanamente, era que un grupo de señores pertenecientes a un exquisito gremio, habían contraído una grave enfermedad el día tres de diciembre. Esta salvaje plaga -que sólo afectaba a los controladores aéreos de España- colapsó la nación y privó a cientos de miles de personas de viajar en avión.

Empecé entonces a especular con la posibilidad de que esta epidemia, tan cruel como injusta, afectase no sólo a estos pobres trabajadores, sino también a otros profesionales de servicios públicos, como a las fuerzas de seguridad del estado, a los bomberos o a los servicios sanitarios, por ejemplo. Dibujo en mi cabeza un país devastado, arruinado y completamente fuera de control. Imaginé también esta plaga cayéndole encima a la clase política, pero en ese caso creo que no contribuiría lo mas mínimo a la espiral de desgracias que asolaría la nación. Realmente este colectivo ya padece alguna que otra pandemia desde hace tiempo y creo que nos hemos acostumbrado.

El antídoto para la epidemia de los controladores resultaron ser unas pistolas 9mm y algunos carros de combate. Para la pandemia política, espero que no se aplique este remedio o ya estaríamos en guerra.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Dios los cría

Los hechos que a continuación se van a relatar pertenecen al mundo de la ficción; cualquier parecido o similitud con la realidad reside, únicamente, en la mente del lector.
“Buenos noches Salvador”. El afamado tertuliano televisivo dirigía sus pasos hacia el interior de la noble mansión mientras la chica del servicio cerraba la puerta con delicadeza. “Hombre, ya era hora, estábamos a punto de comenzar, ven, siéntate aquí”. Don Fernando Sánchez, el dueño de la finca, parecía exaltado ante la presencia de su invitado. Tras una breve conversación de rigor, el señor aristócrata y escritor hizo desfilar el material que tenía reservado para esa noche. “Diana, búlgara, trece añitos, una joya. Esta es Anabel, tiene dieciséis, está en su punto mágico de tensión sexual, como a ti te gusta. Aquí viene mi favorita, una belleza asiática, Gong Chae, ronda los doce” espetaba Don Fernando entre risas. La distendida conversación se desarrollaba a la vez que las jóvenes promesas televisivas, o también conocidas como velinas, hacían su trabajo con celo y esmero.
“Después de este refrigerio sexual, vamos a hablar de negocios” ahora sí, una larga conversación de audiencias de televisión, libros, y política. “Esta semana presento mi libro, va a ser un bombazo” se jactaba el escritor, brandy Conde de Garvey en mano. “seguro, es pura literatura” respondía Salvador depositando su Gin Tonic sobre la mesa.

sábado, 30 de octubre de 2010

Desgraciado


El animal que ven en la fotografía está siendo cocinado en estos momentos en el horno de casa. Me resulta curioso pensar que hace sólo unos días este inofensivo lechón correteaba feliz, ajeno a lo que el destino le deparaba, por los campos de la meseta. Con escasas semanas, esta criatura ha pasado de tener un infancia afortunada, disfrutando de los suyos, viviendo aventuras con sus compañeros de granja, al estilo de Babe, el cerdito valiente, para acabar siendo devorado por otros carnívoros. Un final desdichado.

Aunque no tan desdichado como el periplo de Fernando Sánchez Dragó por tierras de Oriente. Según relata en su último libro este afamado escritor, vivió la circunstancia de encontrase a solas con dos niñas de trece años y ‘trajinárselas’, no transcribiré nada más de su literatura, me parece de mal gusto; sólo me pregunto quién  es más desgraciado, si la cría del cerdo, o el cerdo del escritor.

viernes, 6 de agosto de 2010

Mi nueva calle

Al asomarme por la ventana del salón de mi casa veo como avanzan las obras de remodelación de la calle y de la estación del AVE. Es asombroso ver como en tan poco tiempo cambia por completo la fisonomía del entorno de mi domicilio. Ahora vivo en un ‘boulevard’.

También es sorprendente ver como de la noche a la mañana, la calle de mi infancia se llena de prostitutas. Seguramente los técnicos del ayuntamiento no contaban con que junto al nuevo mobiliario urbano iban a ser instaladas unas chicas practicando sexo por dinero; ahí las tenemos, ofreciendo un servicio al ciudadano al igual que las farolas dan luz y los bancos, descanso.

En esta calle con nombre de poeta hay bastante movimiento. Veo muchos señores de avanzada edad realizando su paseo matinal, manos atrás, sosteniendo un periódico, y que seguramente han cambiado su habitual itinerario para llevar su esqueleto a un metro de nuestras peculiares vecinas, aunque solo sea para echar un vistazo de reojo.

A escasos cincuenta metros, sentados en un banco, hay dos personas que no parecen trigo limpio. De repente uno de ellos se levanta y dirige sus pasos hacia las chicas confirmando mis sospechas. Deben ser los proxenetas. Comienzan a dialogar mientras el otro compañero de trabajo aguarda sentado, debe ser estresante ofrecer servicio de protección a estas damas que les ‘pertenecen’.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Post erasmus. Día 1

Los pitidos que producía el lector de billetes de avión retumbaban en mi cabeza conforme me iba acercando a la puerta de embarque. Fue uno de esos momentos que te abstraes, con la mirada perdida, y haces un repaso mental sobre lo que has vivido. Algo único, sobre todo por la gente que dejaba atrás, en un año que difícilmente pueda superar en cuanto a calidad de vida y experiencias enriquecedoras.

El avión sobrevolaba la meseta, ya estoy en casa, me decía, cuando estábamos a punto de aterrizar. Todo transcurrió sin muchos sobresaltos salvo una maniobra ciertamente brusca de aterrizaje que me hizo repasar nuevamente todo lo que había vivido, pero esta vez, a lo largo de toda mi vida.

Novedades, algunas. Me sorprendió ver como en la calle de mi domicilio familiar se han instalado unas ‘señoritas’ muy ligeras de ropa, justo enfrente de las obras de la nueva estación de ferrocarril, un edificio moderno y a la vez mediocre -muy en sintonía con el resto de la ciudad-. Al parecer estas mujeres, en su mayoría politoxicómanas venidas del Este, han elegido este ‘bonito’ enclave para ejercer su profesión durante mi año de ausencia. ‘Se debería legalizar esta profesión y que se marchen ya de aquí, a un club de esos’ espetaba madre mientras introducía el coche en el garaje.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Peineta


Tal vez debería la RAE incorporar al diccionario de la lengua española la acepción del término peineta no sólo para designar el adorno que utilizan las mujeres en sus peinados, sino también para resumir el gesto de levantar el dedo anular como diciendo ‘métetelo por el culo’.
En la ilustración se puede observar una realización perfecta de este ejercicio que, en este caso particular, está acompañado de una ligera sonrisa de un ex presidente del Gobierno.

lunes, 1 de marzo de 2010

Deshumanización de la vivienda

















He aquí una imagen de la instalación que Alberto Torres y José Sanz construyeron en colaboración con otros estudiantes para una exposición en la Universidad de Stuttgart. Cuando entrabas en el recinto, un perro que había evolucionado a robot te daba la bienvenida y te seguía durante el recorrido, fiel a su instinto animal original. Así mismo, un aparato con forma cónica situado sobre una repisa hacía las veces de pájaro cantor. El supuesto inquilino de esta vivienda estaba muy contento con sus mascotas, ya que estos 'animales' del futuro no ensucian, no comen y por supuesto, tampoco se mueren, evitando el mal trago de la despedida final. Sin embargo, este señor según hablaba comenzaba a contradecirse; se daba cuenta en definitiva de que su vivienda se había convertido en un espacio impersonal y ciertamente deshumanizado.

En esta foto se puede ver el dormitorio y parte del baño, despojados ya de todo lo accesorio. Sólo queda el recuerdo de los objetos cotidianos que allí hubo, sombras proyectadas en la pared que se resisten a desaparecer.

martes, 9 de febrero de 2010

El Muro de Berlín


En la imagen superior pueden observar apilados en filas pequeños pedacitos del Muro de Berlín al módico precio de 4.99 euros. A simple vista es un souvenir más, pero si prestamos atención uno se da cuenta de la gran ironía que esto representa.
Si a un miembro del gobierno de la RDA le hubieran comentado que su querido muro anticapitalismo iba a acabar literalmente en los estantes de una tienda de souvenirs, hubiera alucinado. También me gustaría saber que opinan aquellos que vivían en la zona occidental y que denominaban a esta tapia el Muro de la Vergüenza, seguramente aquellos que hoy día se lucran vendiendo estos trozos de hormigón.

Basándonos en el precio y en el peso de cada fragmento (20g aproximadamente), el kilogramo de Muro nos sale a 24.96€, total nada. Además hay que tener en cuenta el hecho de que este material se está agotando, de manera que no resultaría extraño ver un incremento de su precio próximamente. Me pregunto si invertir mis ahorros en comprar este material para venderlo más tarde cuando duplique o, quién sabe, triplique su valor.

Lo que está claro es que cualquier cosa se puede vender, por absurdo que parezca. Y si no, que le pregunten al artista Piero Manzoni cuando consiguió colocar en el mercado sus propias heces enlatadas a precio de oro. Vendía algo más que excrementos, vendía Mierda de Artista, o así lo tituló él. Desde luego, si tuviéramos que decidirnos entre decorar nuetra casa con cachos de hormigón soviético o con latas llenas de defecaciones, tendríamos un gran dilema.

martes, 2 de febrero de 2010

Historia de una noche

Un grupo de jóvenes entró en una famosa discoteca de la ciudad. Eran realmente numerosos, tanto que casi colmaban el aforo total del local. El motivo de este relato es dejar constancia escrita de los hechos que allí acontecieron, y para ello trataremos de expresar con el máximo rigor y exactitud los detalles de este suceso.
La parte superior del local, que se disponía en forma de ´L´, quedaba fragmentada en dos ámbitos separados por un pequeño muro de hormigón. Nos centramos en ese lugar, donde con más voluntad que acierto, fue colocada una máquina expendedora de objetos, a fin de cubrir el pequeño muro de hormigón. Bajo nuestro punto de vista, el aparato quedaba ‘en medio’, por así decir, de la zona de baile.
No pretendemos justificar con esto el trato que posteriormente sufriría dicho aparato, pero si explicar el contexto en el cual sucedió el incidente.

Rondaban las tres de la madrugada cuando la máquina se interpuso en el campo visual de uno de los chicos, quien con un fuerte impulso de deseo hacia uno de los artículos que esta ofrecía -unas gafas de sol rojas modelo años ochenta-, se dispuso a realizar el ingreso del valor de las mismas.
Hay que tener en cuenta el hecho de que este chico, al cual a partir de ahora llamaremos el chico de las gafas, tiene pocos conocimientos sobre el idioma en el que se expresaban las instrucciones a seguir para la adquisición de los diferentes artículos e interpretó mal las condiciones y el precio final.  La paciencia de este se agotó en el instante en que ingresó cuatro euros, viendo que las gafas no se movían de su lugar.