viernes, 30 de septiembre de 2011

En el mundo de los buitres

Me llamó la atención un sobre que se encontraba depositado junto al buzón de correos, fuera de su lugar, en el que se podía distinguir el logotipo de un conocido banco. Lo que realmente despertó mi curiosidad fueron unas palabras escritas a mano por una tercera persona. Me acerqué al objeto, debido a un fuerte impulso por comprobar qué decía el manuscrito y el impacto fue mayúsculo al leer “lleva muerto tres años”, aseveración que aparecía justo debajo del nombre del señor que, a efectos del banco, aun residía en mi comunidad. De súbito sentí un escalofrío, tenía entre mis manos las deudas de un cadáver.

Hace unos días una furgoneta negra estacionó justo delante de casa. En el lateral de la misma un rótulo rezaba “Tanatorio San Isidro”, y a los pocos minutos un cuerpo inerte era introducido en el vehículo.

Es de suponer que el destinatario de los recibos del banco, y el fallecido que salió el otro día por la puerta directo a la morgue, no son la misma persona. En caso contrario, el difunto habría esperado más de 36 meses para ver sus restos descansar, al fin, en el lugar que corresponde al mundo de los muertos. Mientras acumulaba deudas en el mundo de los vivos. O de los buitres.

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